Querido tataranieto,
es un milagro que estés leyendo esto. Eso significa que existes, lo cual también significa que tu tatarabuelo (al teclado) y alguno de sus hijos y alguno de los hijos de este último a su vez, han sobrevivido lo suficiente para que tú llegaras a nacer. Párate a pensarlo, seguro que lo has dado en clase de historia, lo de la gran crisis de principios del siglo XXI. Cuando algunos se suicidaban antes de que su propio Gobierno los sacaran a golpes de sus casas. Para que tú estés aquí, ahora, vivito y coleando, tus antecesores tuvimos que sobrevivir a monarcas ineptos y ególatras, a gobiernos corruptos que vendían a sus ciudadanos a los mercados capitalistas, al cáncer, al ébola… Hemos sobrevivido a Aznar, a Zapatero, a Rajoy, a Bush, a Obama, a Putin y a los que vinieron después. Sobrevivimos a la radiación de la Wi-Fi y a la comida basura. Pudimos comer o, al menos, mantenernos nutridos en una época en la que algunos asalariados vivían rondando el umbral de la pobreza y se consideraban unos privilegiados. Supimos escondernos cuándo algún psicópata con poder pulsó el botón rojo y medio mundo se fue a la mierda. Sinceramente, ¿Qué probabilidades de éxito teníamos? ¡Olé nuestros cojones!
No tengo ni idea de como andarán las cosas en tu planeta ahora. Ni siquiera estoy seguro de que sea el mismo planeta que yo habité, le quedaban dos telediarios cuando yo escribía esto. Dudo mucho que sobreviviera a la lacra humana tal y como andaban las cosas por aquel entonces. Verás, teníamos una cosa llamada 1er mundo y otra muy cerquita muy cerquita, pero muy diferente muy diferente, llamada 3er mundo.
Estaban tan cerca que sólo les dividía una línea. Esa línea era metálica con espinas en algunos tramos, con electricidad en otros, en algunos era de cemento o simplemente de nada, de aire, de agua, imaginaria. Una jodida línea. ¿Te lo puedes creer? Ahora mismo te estarás descojonando, pero esto era un tema muy serio en aquel entonces. Igual de serio que ignorado. Miles de millones de niños murieron desnutridos en el 3er mundo mientras nosotros mandábamos tweets solidarios al otro lado de la línea. Pero para no tener problemas de hambruna tampoco te creas que andábamos mucho mejor los ricos. Todos se peleaban. Si tenían mucho porque querían más y si tenían más peleaban porque había que pelear. Porque no había negocio sin guerras y cualquier motivo era digno de una señora masacre.
Uno de los motivos más típicos solía ser la religión. ¡Cuántas vidas perdidas por tratar de etiquetar lo imposible (o hasta mi época indemostrable)! ¿Aún tenéis Iglesia? Espero que no. Que se hayan podrido en su manto de vejaciones y atentados contra la libertad. Yo fui hijo de católicos, nada serio, de los que pisaban Misa en bodas y funerales, pero católicos a fin de cuentas. Siempre hubo mucho respeto hacia la religión en casa. Aunque se fue diluyendo con los años y la ayuda de algunos curas que compraban viagra en el cajellón de detrás de la parroquia. Eso sí, en la mesa, comiendo, se hablaba sin tapujos. Rara vez me mordí la lengua con estos temas, mi agnosticismo nunca me generó conflictos en casa. La verdad es que tenías unos tataratatarabuelos formidables. Tuve la suerte de pertenecer a una generación hija de los que acabaron con la dictadura en España. Nosotros nacimos en la libertad de expresión y recibimos educación sexual en la escuela (poca y mala) y sobretodo en casa. Pero no nos pongamos emotivos ahora que si esto funciona volverás a saber de mi y de mis padres. Tendrás la oportunidad de ver fotos y vídeos en tu nevera de plasma, te lo prometo.
Y es que también teníamos cosas buenas los ricos (dejémoslo en menospobres) en mi tiempo. Aún nos quedaban las cañitas del viernes, las series de Sorkin, el porno a tiro de click, El Follonero, 9GAG y, lo más importante, alguna gente buena. Créeme cuando te digo que he conocido a personas que han cambiado cosas dentro de mi en dos conversaciones, que me han sacudido el alma. Espero que de estas haya muchas en tu mundo. Nunca dejes de buscarlas y de corresponderlas. Te va a sonar a tópico pero sólo sabrás que no tienes amigos cuándo realmente necesites a uno y no aparezca nadie.
Me toca despedirme así que espero que ya hayan inventado, o inventes tú mismo, una forma de comunicarte con tus antepasados. Me muero dos veces de ganas de saber de ti. Espero que me escribas contándome que todo fue a mejor. Que las personas aprendieron a compartir los recursos sin exprimir el planeta. Cuéntame que las banderas sólo sirven para diferenciar equipos en el deporte. Por favor, mándame fotos de una humanidad que haya superado este yo-mi-me-conmigo-mismo tan absurdo. Bueno, tú escríbeme.
Te quiere,
tu tatarabuelo Joaquín